"La Iglesia, obediente a la oración del Señor, por medio de los sacramentales, ya desde tiempos antiguos procuró misericordiosamente que por medio de piadosas súplicas se rogara a Dios que los fieles cristianos se vieran librados de todos los peligros y especialmente de las asechanzas del diablo. Así, de un modo particular, fueron constituidos en la Iglesia exorcistas, para que imitando el amor de Cristo, curasen a los poseídos por el Maligno, ordenando incluso a los demonios en el nombre de Dios que se retiren, para que no dañen más a los seres humanos" (1).
"En la Sagrada Escritura, el Diablo y los demonios son denominados de diversas formas, alguna de las cuales hace alusión en cierto modo a su naturaleza y actividad. El Diablo, que es llamado Satanás, serpiente primordial y dragón, él mismo es quien seduce a todo el mundo y hace la guerra a aquellos que guardan los mandatos de Dios y mantienen el testimonio de Jesús. La obra de estos espíritus inmundos, perversos, seductores, las deshace la victoria del Hijo de Dios. Aunque una ardua lucha contra los poderes de las tinieblas penetra toda la historia humana y se prolongará hasta el último día, Cristo por medio del misterio pascual de su muerte y resurrección nos ha arrancado de la esclavitud del diablo y del pecado, destruyendo su poder, liberando todas las cosas de los contagios malignos. En efecto, puesto que la acción dañina y contraria del Diablo y de los demonios afecta a personas, cosas, lugares y se manifiesta de formas diversas, la Iglesia, siempre consciente de que corren malos tiempos ha orado y ora para que los hombres sean librados de las insidias del diablo" (2).
Si desea orientación espiritual al respecto o desea contactar con el Exorcista de la diócesis, es preciso concertar una cita previa con el Párroco (+34 626 358 689).
(1) Cfr., Ritual de exorcismos, Decreto, n.12
(2) Cfr., Ritual de exorcismos, Proemio, n.15